Noche de ánimas

EN EL MUNDO

La Noche de Ánimas o Halloween
es una celebración con orígenes europeos
extendida por todo el planeta,
sobre todo en las últimas décadas
debido a la influencia de la cultura
norteamericana a nivel mundial.
Pero muchos otros ritos similares han
sido practicados por diferentes
culturas y pueblos de
todo el mundo.

Foto: BarbaraALane – Pixabay

Foto: Verona McQuaid

IRLANDA

Samhain / Halloween

Irlanda, la isla verde poblada por duendes y hadas, es el lugar hacia el cual miramos cuando nos preguntamos por el origen de Halloween.

Su historia, cultura y tradiciones celtas han mantenido encendida durante siglos la magia de esta misteriosa noche.

Quizás no fuese el territorio donde nació Halloween. De hecho, desde hace más de 2.000 años comparte este mismo rito pagano con otras naciones celtas europeas. Pero, desde luego, fueron los irlandenses quienes lograron convertir la celebración en memoria de los difuntos en una seña de identidad conocida mundialmente.

The little people

Entre otros muchos, uno de los elementos característicos de la tradición de Halloween en tierras irlandesas es la creencia de la existencia de The little people (La gente pequeña). Estos personajes son toda una serie de duendes, hadas y espíritus (malignos y benignos) que habitan entre nuestro mundo y el mundo de los muertos.

Hay teorías que defienden que este apelativo como La gente pequeña vendría del proceso por el cual los antiguos dioses celtas fueron arrinconados y olvidados por la influencia de la Iglesia. Así, los grandes dioses paganos fueron perdiendo relevancia y la tradición popular los transformó en pequeños seres mitológicos.

El más famoso de todos ellos es el Leprechaun, pero también existirían otros como los formorians, Banshee o múltiples tipos de hadas (fairies).

Aunque el más ligado a Halloween es Puca. Este ser es un espíritu que puede ayudar o traer desgracias, y que adopta la forma de cualquier tipo de animal con pelo negro y ojos de color rojo encendido.

Ofrendas

Una parte importante de la tradición de Halloween son las ofrendas a quienes habitan en el más allá. Dependiendo de cada cultura, en ocasiones estos tributos en forma de alimentos, velas o flores, son muestras de cariño  a familiares fallecidos. Pero otras veces, son ofrecidas como una forma de intentar apaciguar a los espíritus inquietos que puedan pasar esa noche al mundo de los vivos.

En Irlanda, el plato más popular en estas fechas, y en otras festividades, es el Colcannon, un puré de patata con col, que sirve como muestra de hospitalidad hacia los ancestros.

¿Sabías qué…

Las calabazas, o pumpkins, vaciadas de su contenido, con terroríficas caras talladas en su corteza y con velas encendidas en el interior, son el símbolo más conocido de Halloween por todo el mundo. Lo que hoy es un elemento lúdico, ha sido durante siglos una forma de espantar a las brujas y a los malos espíritus. Pero detrás de ello (al menos en la cultura anglosajona) se esconde un antigua leyenda irlandesa, aunque con diferentes versiones en otros territorios europeos: la leyenda de Jack O’ Lantern.

Jovan Ukropina – behance.net/ukropina

Jack O’ Lantern, llamado en realidad Stingy Jack, era el herrero de un pequeño pueblo irlandés. Como su propio apodo dice, Jack, además de bebedor, era un hábil tramposo capaz de aprovecharse de cualquiera que se cruzase en su camino.

Un día, el herrero se encontró con el diablo y le invitó a beber algo. Cuando acabaron, Jack, como era habitual en él, no quiso hacerse cargo de lo que había bebido y le dijo al diablo que se convirtiese en una moneda para pagar al tabernero y que después recuperase su forma habitual. El diablo accedió, pero en lugar de pagar la cuenta, Jack se metió la moneda en el bolsillo, donde llevaba una cruz de plata. La cruz impedía que el demonio usase sus poderes para convertirse en forma humana otra vez. El astuto herrero le propuso un trato al engañado diablo por el cual le dejaría salir si le concedía un año más de vida, y con la condición de que cuando llegase su momento  no reclamase su alma. Y así se hizo.

Pasado un año, los dos se reunieron de nuevo. Jack pidió al diablo como último deseo que este subiese a un árbol para cogerle una fruta. El incauto demonio subió. Pero cuando se encontraba en lo alto, el herrero talló una cruz en el tronco, lo que impedía que el diablo pudiese bajar de él. El nuevo trato que impuso Jack fue que, para que borrase la cruz, el maligno le debía conceder diez años más de vida. Y así fue, una vez más.

Cuando pasaron los diez años Jack murió. Pero cuando se presentó en el cielo, Dios le dijo que no podía admitir a un personaje de su calaña entre los suyos. Así que el herrero se dirigió al infierno. El diablo, que no quería saber nada del tramposo irlandés, le dijo que, tal y como habían pactado, él no podía reclamar su alma, por lo que tampoco podía entrar en el averno. El demonio lo mandó a la oscura noche solo con un carbón encendido para alumbrarse. Jack pusó la lumbre en el interior de un nabo que había vaciado y, desde entonces, anda vagando por tierras irlandesas como un alma errante con su linterna hecha de un nabo y de un carbón candente. De ahí nació su nombre Jack O’ Lantern, Jack el del farol.

EE.UU.

Halloween

Halloween es una de las fiestas más arraigadas actualmente entre los norteamericanos. Sin embargo, no se  comenzó a celebrar en Estados Unidos hasta hace relativamente poco tiempo.

Los primeros emigrantes europeos que se instalaron en el siglo XVII en la costa este del país trajeron del continente unas fuertes convicciones religiosas que les hacían ver en la conmemoración de Halloween un rito excesivamente pagano. Solo en algunos estados más al sur, los nuevos colonos mantuvieron discretamente su celebración.

Halloween no se comenzaría a celebrar realmente en EEUU hasta finales del siglo XIX, cuando la llamada Hambre de la patata obligó a emigrar a millones de irlandeses y escoceses hacia América llevando consigo su cultura y tradiciones.

A principios del siglo XX, en algunas ciudades la fiesta se llegó a prohibir debido a los graves actos de vandalismo que se producían durante esa noche. Sin embargo, a mediados de ese mismo siglo la tradición tomó un cariz mucho más familiar, perdiendo su carácter supersticioso y religioso, y convirtiéndose en una celebración lúdica y comunitaria.

Trick-or-Treat

Una de las características de Halloween en EEUU, y ya en todo el mundo, es el Trick-or-Treat, o Truco o trato.

Millones de niños disfrazados de todo tipo de personajes terroríficos se lanzan cada 31 de octubre a las calles estadounidenses. Cuando la luz del sol desaparece,  van llamando de puerta en puerta, siempre con su Jack-O-Lantern en la mano, para reclamar su recompensa en forma de candy (golosinas y caramelos).

Se cree que esta costumbre proviene de Europa donde, siglos atrás, era habitual que ese día los más pobres fuesen de casa en casa pidiendo limosnas a cambio de plegarias por los fallecidos. En Inglaterra, las familias que se lo podían permitir preparaban unos pasteles conocidos como soul cakes, o pasteles de las almas, para entregárselos a los mendigos que tocaban en sus puertas.

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Foto: Mark Duffe –  unsplash.com

Disfrazes y Calabazas

No puede haber fiesta de Halloween sin disfrazes. Pero lo que hoy se ha convertido en una forma de diversión simulando a brujas, esqueletos y monstruos, antiguamente era entendido como una manera de ahuyentar a los malos espíritus.

Las calabazas talladas e iluminadas son otro elemento fundamental en las celebraciones de Halloween. La tradición europea usaba originariamente para elaborar las Jack-O-Lanterns  nabos e incluso patatas. Sin embargo, los norteamericanos cambiaron esos tubérculos por las conocidas calabazas naranjas. Éstas eran mucho más sencillas de vaciar y recortar, además de tener un mayor tamaño y un colorido mucho más llamativo.

¿Sabías qué…

Halloween, además de una fiesta popular, se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos en Estados Unidos.

En 2017, los norteamericanos gastaron en total  9’1 billones (con b) de dólares en Halloween.
3’4 billones en disfrazes.
2’7 billones en golosinas.
2’7 billones en decoraciones.
y casi medio billón de dólares en cartas de felicitación.

MÉXICO

El día de los muertos

México tiene su particular forma de rendir homenaje a sus ancestros: El Día de Muertos. Y no, no es una versión de Halloween. De hecho, la UNESCO reconoció en 2008 esta fiesta como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El festival tiene como centro el día 2 de noviembre, en el que la Iglesia católica celebra la festividad de los Fieles Difuntos. Sin embargo, la celebración se alarga varios días antes, e incluso en sus orígenes duraba un mes entero.

Mientras los europeos hicieron de esta celebración algo fúnebre y sobrecogedor, y los norteamericanos una fiesta de culto al terror, los mexicanos, en cambio, entienden este día como una explosión de alegría y de reivindicación de la vida. La celebración de la muerte no se convierte en algo triste, sino que sirve para expresar su profundo respeto por sus ancestros.

Ciudades y pueblos se inundan de disfraces, maquillajes, música y bailes.

Aztecas, mayas

El origen de El Día de Muertos mexicano está en las celebraciones que llebaban a cabo los pueblos mesoamericanos, como los aztecas, mayas, purepechas, nahuas o  totonacas, desde siglos antes de la llegada de  los conquistadores españoles.

Para los aztecas el luto por los difuntos era considerado una falta de respeto hacia ellos, ya que la muerte solo era un paso más de su existencia.

Los festejos en memoria de los seres queridos fallecidos se realizaban durante un mes completo, el noveno del calendario azteca, que se correspondería con el inicio del actual mes de agosto. Durante ese tiempo, la puerta entre uno y otro mundo quedaba abierta y los muertos podían regresar temporalmente a visitar a sus familiares vivos. Mictecacíhuatl era la reina del Mictlán, la región de los muertos, y en su honor se realizaban todo tipo de ofrendas y sacrificios.

Cuando los españoles llegaron al territorio de lo que hoy es México rápidamente obligaron a los índigenas a abandonar sus antiguos ritos, y cambiaron las fechas al 1 y 2 de noviembre, adaptándo la fiesta al día de Todos los santos y al de los Fieles difuntos del calendario de la Iglesia romana.

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Foto: Herzen Cortés –  photoxpeditions.com

Altares y ofrendas

El Día de Muertos se ha transformado hoy en día en una mezcla de tradición precolombina y cristiana.

En calles, casas y cementerios se levantan luminosos y coloridos altares, mezcla de creencias mesoamericanas y europeas, con ofrendas de alimentos, bebidas, flores, velas y fotografías en memoria de los seres queridos que fallecieron. De hecho, se cree que ese día los muertos regresan al mundo de los vivos y pueden disfrutar de aquellas cosas que les agradaban en vida.

El conocido como pan de muerto, tamales, dulces con forma de calaveras, bebidas como el pulque o el atole, e incluso licores y tabaco, son depositados en los altares para gozo de los muertos.

¿Sabías qué…

La tradición de las máscaras también es algo fundamental en la fiesta de El Día de Muertos para los mexicanos. Es su caso, no acuden a estereotipos globalizados de brujas o monstruos, sino que mantienen su propia tradición de disfrazarse de coloridos esqueletos y calaveras.

A finales del siglo XVIII, los mexicanos se divertían con artículos sarcásticos o chistes gráficos en torno a los esqueletos y las calaveras. Y esta costumbre pronto se identificó con El Día de Muertos.

La actual imagen de las caracterizaciones de los mexicanos y de las mexicanas durante este día no es casual.

A principios del siglo XX, el político, grabador y dibujante José Guadalupe Posada se hizo famoso por sus ilustraciones satíricas en torno a la sociedad mexicana de la época. Entre sus obras se encuentra la que él denominó la Calavera Garbancera. Ésta representaba de manera jocosa y satírica la forma en la que la alta sociedad mexicana pretendía imitar el refinamiento de la modas europeas.

La Calavera Catrina de José Guadalupe Posada
Parte del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, de Diego Rivera

En 1946, el pintor Diego Rivera realizó un mural en Ciudad de México en el que aparecía representada la calavera de Posada, aunque el pintor la rebautizó como Calavera Catrina, nombre con el que ha sido conocida hasta nuestros días.

Actualmente, miles de mexicanos y mexicanas recuerdan con sus disfraces a este entrañable personaje.

Al fin y al cabo, como bien dijo Posada:

“Todos somos calavera.”